Página 12 /Cuarentena: Alberto Fernández cree que «cuanto antes» hay que volver a la Fase 1

La reunión de este lunes con Axel Kicillof y Horacio Rodíguez Larreta. Los indicadores que preocupan al Presidente. Restricción absoluta del transporte público: una posibilidad. Diferencias entre CABA y conurbano, hechos que pesan.

“Ahora me concentro en dos indicadores: la cantidad de muertes y el porcentaje de camas disponibles” comenta el presidente Alberto Fernández conversando en modo informal desde la Quinta de Olivos. Se reunirá este lunes con el gobernador Axel Kicillof y el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, a quienes menciona (en cualquier formato) por sus respectivos nombres de pila. Asume que hay diferencias de enfoque, en un marco de actitud cooperativa. Los tres están dispuestos a volver a Fase 1 si la situación se agrava: las divergencias versan sobre el momento. “Cuanto antes sería mejor” piensa en voz alta el Presidente. Asume que el mandatario porteño tiene muy en cuenta la fatiga ciudadana y la necesidad de no volver atrás en la reapertura de actividades y comercios.

Días atrás se consensuó más rigor en el transporte público: reservarlo solo a quienes realizan trabajos esenciales. Reforzar los controles que, opina con ojo costumbrista este escriba, resultan ineficaces cuando se trata de tantas personas. Las aglomeraciones son fuente de contagio, las horas que insume el traslado cotidiano elevan el riesgo.

Toda decisión está supeditada a mediciones, indicadores conocidos hasta por profanos, consultas con los expertos y ministros de Salud. Esto asumido, AF piensa que si los datos siguen dando mal será momento de “parar el transporte urbano” por dos semanas. Una medida extrema pensada para una situación seria. El impacto en la economía de la Ciudad Autónoma (CABA) y la provincia serían evidentes. La duración breve, tal vez las clásicas dos semanas. Todavía no es un hecho, pero las posibilidades aumentan.

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Los runners porteños exasperan a AF quien, quizá, omite que el ansia de salir a la calle, hacer compras, verse, charlar veinte minutos en la vereda, también cunde en Quilmes o en Lomas de Zamora. Cuando se le señala el dato, el Presidente rebobina: agrega una cantidad de ejemplos de relajamiento ciudadano, en el resto del país. Lo atribulan, a veces se enoja.

“Hay que crear conciencia” predica. Lo hace en cada reportaje y lo piensa ante cualquier estímulo. Cuando su médico y amigo Federico le aconsejó quedarse en la residencia presidencial, AF primero le preguntó por qué (porque veía más internados en sanatorios privados). El Presidente prometió acatar pero le pidió-ordenó al médico: “ponémelo por escrito así lo difundimos. Hagámoslo noticia”. Fue noticia.

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Si se acentúa el aislamiento será hora de aumentar cantidad y calidad de test y rastreos. Se expresó hasta el cansancio, sigue siendo real: respecto de la covid-19 casi todo se aprende sobre la marcha, en base a ensayo y error.

La respuesta social cambia conforme pasan los días y las semanas. Las necesidades económicas gravitan sin ser las únicas. Médicos que trabajan en barrios humildes y villas explican que semanas atrás “la gente nos pedía ser hisopada porque querían saber si estaban sanos o enfermos”. Solicitaban de modo insistente aún en casos considerados innecesarios por los especialistas. La conducta cambió con el aumento de los contagios, las vivencias ocurridas y el paso del tiempo.

Ahora aumenta el número de personas remisas. No quieren que los manden a hacer cuarentena fuera de sus hogares. Temen dejar sus viviendas, sus pertenencias. Las mamás, en especial, que tienen hijes pequeños no pueden llevarlos a los hoteles acondicionados al afecto. Hay personas que viven solas y rehúsan abandonar a su mascota. Situaciones que rezuman humanidad y que se multiplican.

Los falsos positivos son pocos, explican profesionales de la salud y funcionarios. Pero pegan fuerte en la emocionalidad de los pacientes. La espera de los resultados, varias horas, incrementa el desaliento y la falta de voluntad.

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Cierta cobertura mediática parece maquinada para aterrar, aparte de la indignación que se induce por motivos políticos. Otro eje es exagerar las controversias entre Fernández, Kicillof y Larreta. Las diferencias de banderías o de posturas existen. Ese cronista opina que gravitan menos que cuestiones objetivas preexistentes. Para esta nota basta un punteo mínimo.

· La cantidad y densidad de población entre la CABA y Buenos Aires. Las edades promedio, el PBI per cápita.

· La Ciudad es un distrito único, con una sola autoridad. En el conurbano, el gobernador convive con 24 intendentes. Los hospitales municipales se yuxtaponen con los provinciales. En realidad son 24 sistemas de salud, dispares entre sí. Mucho antes de la pandemia. la antropóloga y especialista en salud Magdalena Chiara (UNGS) escribió: “las ofertas de servicios de salud varían significativamente entre los territorios (del GBA). Las diferencias en el nivel de recaudación de uno a otro municipio se traducen (…) en la capacidad que tienen para llevar adelante inversiones en equipamiento e infraestructura. Estas desigualdades derivan (directa o indirectamente) (…) en la probabilidad que tienen sus poblaciones de enfermar y morir”.

· En CABA hay un fuerte sector privado y numerosos vecinos con cobertura de obras sociales. En el Conurbano prima abrumadoramente el hospital público.

La coordinación entre distintos niveles de gobierno dejó mucho que desear en años precedentes más allá de la filiación política de las autoridades respectivas. EL AMBA como objeto de análisis cotidiano, la seguidilla de reuniones entre sus primeros mandatarios constituye una novedad. Asoma un federalismo inédito, incipiente, urgido, para el que existen contados antecedentes u hojas o de ruta. Acaso no existen.

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Las conversaciones con pares de otros países también baten récords: de franqueza, de frecuencia. AF dialoga con varios, a veces lo divulga. Días atrás compartió cuitas y consejos con el presidente chileno Sebastián Piñera. Convinieron en tratar de compartir información y también (si fuera posible) de proveer “algo” al país trasandino (el otro). Piñera recabó data acerca del programa Detectar. Le contó a su colega que Chile podría proveer a Argentina insumos para hacer test serológicos veloces.

Imprescindibles hoy y acá. Piñera le habría dicho a su colega que los mayores problemas en terapia intensiva no son tanto la falta de plazas como la de profesionales especializados. Inquirió si habría médicos argentinos capacitados y dispuestos a pasar la cordillera. Acciones solidarias como esa suenan filo imposibles en el actual contexto. En parte porque, más allá de improbables regulaciones estatales, dependería de decisiones individuales. Y porque, en este estadio, la cultura mundial se inclina a repeler a quienes llegan “desde afuera”.

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La impredecibilidad del presente, las desigualdades estructurales y añosas, la falta de gimnasia para sincronizar acciones públicas… todos esos lastres conspiran en contra. Como contrapeso cuenta que, hasta ahora, la Argentina tiene una proporción comparativamente baja de fallecidos por número de habitantes, que los gobernantes suelen ser más sensatos que los medios dominantes o que un tropel dirigentes opositores “sin tierra”. Que la sociedad civil, con flaquezas y altibajos, acompaña y se cuida bastante.

En ese marco, se reúne Alberto Fernández con los dos gobernadores del epicentro argentino de la pandemia justo cuando América Latina es el epicentro mundial.

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